Es el tratamiento estrella de la medicina estética, junto con el ácido hialurónico.
La toxina botulínica producida por la bacteria Clostridium botulinum es el componente del conocido “bótox” y produce a pequeñas dosis una disminución de la contractilidad del músculo con lo que reduce las arrugas de expresión de la cara, rejuveneciendo el aspecto de los pacientes que deciden someterse a este tratamiento.
A parte de rejuvenecer el rostro también se utiliza para disminuir las contracturas musculares de otras partes del cuerpo, reducir la migraña tensional y disminuir la hipersudoración o hiperhidrosis de diferentes zonas como las axilas y la palma y planta de las manos y pies.
Principalmente lo utilizamos como método antienvejecimiento al reducir las arrugas de expresión de frente, entrecejo y patas de gallo, pero también lo podemos utilizar para disminuir las arrugas del código de barras, de la nariz (“bunny lines”), del mentón (“mentón de fresa”), de las mejillas, del cuello y escote, entre otras.
La duración del bótox es de entre 4 y 6 meses, dependiendo de la dosis y de cada paciente. El uso prolongado permite una disminución del envejecimiento en la persona, constituyendo uno de los mejores métodos antiaging conocidos y que se recomienda a esas personas que quieren mantener y prolongar su aspecto más joven.
La infiltración del producto es muy sencilla y fácil en manos expertas y se requiere una buena experiencia en el tratamiento por médicos especializados para que los resultados sean lo más satisfactorios para el paciente. Consiste en la microinyección con agujitas muy finas en los músculos diana (frontal, corrugadores, perioculares, etc) para producir una disminución progresiva de su contractilidad y reducir de paso la formación de arrugas en la cara y mejorando la calidad de la piel. El efecto comienza a producirse a partir del día siguiente de la inyección y es progresivo hasta conseguir la totalidad del efecto hacia los 10 días y su duración dependerá de la dosis aplicada y de las características intrínsecas de cada paciente, siendo lo más habitual alrededor de los 4 meses.
Otros usos frecuentes del bótox son para tratar patologías como:
–Bruxismo: Es el rechinado involuntario de los dientes debido a la contracción excesiva y repetitiva de los músculos maseteros produciendo un desgaste de los dientes y dolor mandibular. Es posible reducirlo o eliminarlo temporalmente infiltrando bótox en los músculos maseteros, relajándolos y disminuyendo la fuerza con la que se aprietan los dientes y las molestias en la articulación temporomandibular y reduciendo el desgaste de los dientes. La duración del efecto en estos casos suele rondar de los 6 a los 8 meses.
–Migrañas tensionales: Son dolores de cabeza producidas a la tensión que se provoca sobre ciertos músculos del cráneo: músculos temporales, occipitales, parietales… Gracias a la acción del botox se disminuye la tensión y la fuerza en estos músculos y se reduce por consiguente el dolor que provocan en la cabeza.
–Contracturas y espasmos musculares: Es muy útil en casos de contracturas o hiperpasticidad de la musculatura ya que reduce la fuerza de los músculos afectados, los relaja y disminuye la fuerza y el dolor que puedan provocar.
–Hiperhidrosis: El bótox disminuye la secreción de las glándulas sudoríparas gracias al bloqueo de la transmisión nerviosa en la unión neuromuscular, cesando la producción de sudor entre el segundo y cuarto día después de la infiltración. Es un tratamiento sencillo y muy efectivo en la sudoración axilar de las personas que tienen un exceso de sudoración, disminuyéndola alrededor de unos 8 meses, pudiéndose repetir el tratamiento de nuevo cuando cesa su efecto. También reduce la sudoración de las palmas de las manos y las plantas de los pies.
–Otras patologías: también se utiliza en tratamientos urológicos como la vejiga hiperactiva, que provoca la incontinencia urinaria, y proctológicos como la fisura anal, entre otros.